viernes, 14 de julio de 2017

466 km

La mejor manera de ver cuánto nos cambia la vida es teniendo contacto con el pasado. Con esos seres fantasmales que enterramos para hacer su existencia ajena a nosotros pero que se aferran de vez en cuando a hacernos sentir su presencia de alguna manera; en este caso fueron llamadas y mensajes, montones de ellos y cartas. Extensas cartas de "te amo"s y "perdóname"s. Carajo, casi un año después estoy a 466 kilómetros lejos del cementerio de recuerdos que necesariamente dejé y aún así me visitan en estos días. Allá en una ciudad llena de toxicidad ambiental y emocional, donde me críe y que jamás pensé que fuera a dejar, ahí es donde yacen los restos de una vida pasada llena de amargura y miseria, o de menos eso quiero pensar, que allá se quedó eso pero me pregunto ¿y si la pesadumbre viven en mí? Quizás sólo me estoy disfrazando de mujer feliz, bondadosa y alegre porque en mis más profundos pensamientos todavía viven la melancolía y frustración de esos fantasmas que quizás no son "él" o "ellos" y más bien son "yo". No sé pero ¿qué importa? Niña, relájate. Al cabo hoy mi realidad es otra, la que por primera vez construí yo y no otros. Y no tengo recursos para avanzar que me alcancen más de un día a la vez, entonces fluye. Respira y ríe porque estás acá y no allá, estás bien y libre, porque el hogar no es un techo, ni paredes. Hogar es a donde pertenece tu alma y donde se siente descansada y plena. Hogar, hoy, es Oaxaca.

miércoles, 15 de febrero de 2017

Amor después de la adolescencia

Hace muchísimo tiempo no te pensaba como hoy. Hace muchísimo tiempo que no te mencionaba, mucho menos me ponía a hablar de nuestra historia. Pensé que estaba sanado, que el tiempo había hecho su trabajo y que eras una experiencia superada. Hoy descubrí que no te he olvidado ni un poco y se me eriza la piel de todo el cuerpo al recordarte. Dueles, perforaste mi alma y anidaste en ella, no me di cuenta que sigues viviendo dentro de mí y que aún revuelves mi todo. Si tuviera la oportunidad de hablar contigo no sabría ni por dónde empezar. Creo que no existen palabras que describan la manera en la que me haces sentir. ¿Que te amo? En este momento esa expresión es nada a comparación de lo que late en mi corazón. Evoco innumerables momentos juntos pero existe uno en específico que me atormenta, el día que te fuiste lejos de mí para buscar una mejor vida. Dios, ¡la mejor vida que podías tener era a mi lado! Y no lo vi, te lloré y te pedí que lo pensaras dos veces pero no hice mucho más que eso: sugerir que podrías estar bien aquí. Hoy muero por mi inutilidad ante ese hecho. Te juro que quisiera regresar a aquel instante y desgarrarme la ropa, abrazarte y rogarte que esperaras conmigo a que las cosas mejoraran. Debí suplicarte a gritos que te quedaras a mi lado, debí aceptar todas tus propuestas, colgarme de tu cuello y no soltarte. Hincarme y declararte el desquiciado amor que te tenía y tengo. Que nuestro amor sí bastaba para cambiar nuestras vidas separadas, dejar los prejuicios, intentarlo todo. ¿Qué importaba la edad o las carencias? Hoy soy mayor y adolezco menos, sin embargo acepto y me derroto ante la idea y el sentimiento de que me fallé al no estar contigo y no haberte dicho que sí todas las veces que me propusiste vivir la vida juntos. Hace diez años de ese día y hoy confieso que me arrepiento de no haberte amado abierta y libremente, de ahogar en silencio mis sentimientos por ti. Te amo y es un amor que no tiene a dónde irse, que lleva diez años congelado en mi ser, que me carcome y no me ha dejado estar tranquila aunque no me diera cuenta. Pinche amor que no desapareció como lo hiciste tú, que no se fue y que no murió. Dos lustros sin ti, mi compañero de asesinatos, de chistes crueles y de besos tiernos. Dos lustros pensando en ti y ahogada en la incertidumbre, ni siquiera sé si existes pero espero que allá donde sea que te encuentres te llegue un pensamiento de rayo con mi nombre, tu Alejandra, porque tú siempre serás mi Juan José. Te he amado todo este tiempo y te amaré hasta siempre. Hasta donde estés... Sin punto final




viernes, 7 de octubre de 2016

lunes, 26 de septiembre de 2016

Quería hablar un poco sobre el odio.


NO QUIERO INICIAR UN DEBATE, solo voy a escribir un poco sobre el contexto que me hizo pensar esto.
A raíz de que se aprobará el matrimonio igualitario y adopción. Leí varias opiniones de amigos míos que claramente son discurso de odio disfrazado de moral. Leía alguien que decía "no puedes estar orgulloso de tu orientación sexual, entonces los heterosexuales también deberíamos marchar y hacer nuestro día de orgullo heterosexual, así de estúpidos se escuchan, blablabla". Entonces vi lo preocupante que es no notar el odio en una declaración así. No es lo mismo no estar de acuerdo que juzgar y estigmatizar las razones por la que alguien debe o no sentirse orgulloso. ¿Por qué hablo de esto? Me ha pasado... No por mi orientación sexual, pero he tenido relaciones con personas que limitaban mis razones por las que yo solía sentirme orgullosa de mí misma. ¿Orgullosa porque trabajas desde los 18? ¿Orgullosa porque te pagaste una escuela que no pudiste terminar? ¿Orgullosa por escribir cuentos? ¿orgullosa porque te defiendes sola de los hombres que te faltan al respeto? ¿Rescatar perros? ¿Orgullosa de una familia rota? Para todo lo que yo consideraba bueno o al menos de respetable de mí, otras personas han tenido un adjetivo descalificativo para describirme. Cuando estás en constante contacto con este tipo de recriminaciones y desaprobaciones poco a poco te vas deshaciendo. Yo dejé de sentirme bien y orgullosa de mí misma en algún momento.
Gente, ¿quiénes somos nosotros para decir de qué deben estar los otros orgullosos? ¿Por qué atacamos? ¿Por qué odiamos? ¿Por qué descalificamos? ¿Por qué nos burlamos? ¿Por qué queremos tener el control de las vidas ajenas?
Basta de odio, creo que la única manera de terminar con este círculo vicioso es amando. No a nuestro agresor sino a nosotros mismos. Amando muchísimo, con todo nuestro ser, perdonando e ignorando. Siguiendo alimentando ese orgullo con un "perdono, sigo adelante y soy mejor persona por no caer ante las provocaciones del odio". Ámense así mismos. Vean lo bueno en cada uno, conózcanse y no permitan que nadie venga a decirles que no son lo suficientemente buenos para merecer paz por ser ustedes.

viernes, 2 de septiembre de 2016

Desde el inframundo

Querías que me fuera, me corriste de tu vida y me aferré, a la nada, porque en ese momento creí estar enganchada a algo que no había. Creí que tenía el coraje para salvar esto que se convirtió en nulo interés y carencia de adoración. Tanto me corriste de tu camino que el no haberme ido me convirtió en un espectador detallista de tu monótona existencia. De verdad quería quedarme pero ya que lo hice ¿para qué? Únicamente para decepcionarme de mi no retirada y de mi tardía separación emocional. Para volver visible lo esencial: la irrebatible falta de amor. Y me carcajeo desde mi cuarto empapado de soledad que evoca una demencia anímica, la enfermedad que enfrenta un alma que se reconoce así misma abandonada e incomprendida. ¿Tanto para llegar a esto? A la apatía de los hechos colosales que marcan tu vida mientras la mía pasa como audiencia egoísta e indiferente. No voy a pedir perdón porque esto es lo que querías. Me arrojaste al Aqueronte, así se sintió en ese momento, me despojabas de la vida y de mi cielo cuando me desterraste de tu existencia sin saber lo que realmente se significaría esto. Y aunque puede ser que todo este drama dure solo unos días; hoy mi alma se disfraza de aflicción y quebranto para disimular por fin el albedrío a tu marchita figura de dios.

martes, 17 de mayo de 2016

Mujer

A ti, mujer, que le llamas "zorra" y "puta" a otra porque ejerce libertades que tú reprimes o porque tu novio no te respetó y preferiste echarle la culpa a ella, a ti te mando un enorme abrazo, porque no hay nada más triste que una mujer misógina y machista. Te quiero y te lo digo porque te hace falta escucharlo y te respeto porque te hace falta sentirlo.


Grito

No me voy a callar. No me lo pidas, no me lo ordenes, no me lo sugieras ni me lo supliques. Voy a hablar, a cantar y a gritar todo lo que quiera porque nací, sin más, sin importar que al crecer se vuelva vana la palabra y el deseo, seguiré sin piedad expresando lo que siento porque sé que es lo correcto. Porque de los gatos aprendí a poner un alto y a quejarme en cuanto me hacen algo que no quiero, a arañar si no se detienen. De los bebés aprendí que el único lenguaje universal ante el dolor, el hambre y el frío son los gritos. Porque de las injusticias entendí que las revoluciones empezaron cuando se atrevieron a expresar su desacuerdo y decidieron enterrar la resignación. Porque la sumisión se manifiesta quedándose callado y yo nací guerrera, violenta, fuerte, con ideas, puños y voz, nací para ejercerme. No me llames egoísta porque no voy a hablar solo por mí, también por ti, aunque me calles, porque a ti ya te han callado y porque te tragaste la conformidad de una vida y aceptaste que te moldearan, que te quiten tu naturaleza rebelde para meterte en un cubículo deformando tu alma y volviéndola un saco de tolerancia, fingiendo paz disfrazando negación y debilidad. Te voy a defender, porque de los perros aprendí la lealtad, protección y agradecimiento con los tuyos a pesar de que te fallen. Voy a hablar porque amo mi voz y voy a escribir porque son las únicas maneras que conozco para ser y hacerme ver.