Ella no es de esas taraditas que se tatuan girasoles y cerezas no más para adornarse. Lo que ella buscaba era fragelarse, atentar contra su cuerpo. No buscaba vulgarisarse con estrellitas, para eso bastaba econtrar de esas que se pegan con babas.
El punto era sentir el dolor y que la marca de la pintura fuera sinónimo de cicatriz, y qué manera más bonita de vivir cicatrizada por un genio del masoquismo que convirtiera el sufrimiento en ritual de "belleza" y darle un significado que... Da igual.
Casi siempre las cicatrices horrorizan a las personas y era lo que ella quería; causar desconcierto, incluso repudio. Y usarlo como filtro para aquellos que deseaban verla y más aun: tocarla.
Disfrutaba la idea de estar marcada. Hacer de su piel el lienzo de un artista, cuya obra sería efímera y solo sería exhibida a sus amantes, hasta que muriera.
¿Te imaginas a la Mona-lisa enterrada siendo alimento para gusanos?
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