Una foto espontánea, sin mayor planeación ni análisis de la escena. Sencillamente la tomé porque fue mi reacción ante aquel desolador cuadro. No duró más de 10 segundos desde que encontré el gato y saqué mi celular, cuando hice una reflexión: ¡qué cruel puede llegar a ser la ciudad! ¡Malditos sean quienes han pasado a lado del gato y lo hayan ignorado!
Después de eso, guardé mi celular, me di la vuelta y seguí rumbo, actuando igual que cualquier maldito cruel citadino.
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