Haga lo que tenga que hacer en el momento en el que lo sienta, no permita que cánones de conducta le indiquen cómo actuar. Ame con locura a quien le nazca amar, no deje que le digan cómo y cuándo a quién querer. Espere lo que crea que sea correcto esperar, no más no menos. Dése tiempo, respire. Ría a carcajadas, sin pena, que la gente reconozca su risa a distancia. No fume lo que no huele bien. Disfrute sin complejos ni ataduras. Baile, deje fluir esa respuesta del cuerpo al ritmo de la música. Bese como si de hacerlo dependiera la existencia del mañana. Despójese de cualquier trauma, recuerde que el cuerpo será comida de carroñeros. Pinte o escriba, de vez en cuando algo bueno ha de salir. Lea, piense, imagine, recuerde lo que vale la pena. Enamórese de un personaje ficticio. Admire a su pareja, virtuoso y defectuoso, asimílelo y ámelo, es real. Grabe en su mente las facciones de las personas que le rodean y son importantes, descríbalas para sí mismo, será más fácil y menos doloroso invocarlas cuando ya no estén. Tómese una fotografía con su mascota. No finja interés, nunca. Cuando abrace hágalo con el cuerpo completo y con los brazos estirados, con fuerza. Ore por los suyos, no por los otros. Coma con la boca cerrada. Si tiene ganas de llorar, piense si vale el motivo y si no es así, de todas maneras llore; no ganará nada al aguantarse. Si quiere estar con alguien, si está orgulloso de algo, si quiere lograr una meta, haga que se note. No se aferre a quien no se aferra a usted. Viva agradecido. Viva como mejor o peor le plazca, pero viva.
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