domingo, 8 de diciembre de 2013

Completa

Desperté con una sensación que me asfixiaba. Me senté en la cama precipitadamente tocándome el pecho y el cuello. ¿Qué sucede? inspeccione mi cara, mi cabello, mis pechos, levanté las sábanas y ahí estaban mis largas piernas y pequeños pies al final de ellas. Todo estaba en su lugar, pero no me sentí más tranquila. Algo me faltaba, hice un recuento de la noche anterior, solo habían sido un par de cervezas y mucha plática. Nada había salido mal, ¿entonces? Me levanté y recorrí mi cuarto, estaban las llaves, mi cartera, el enajenante móvil con mensajes y llamadas perdidas pero no lo que buscaba. Hice el intento de asomarme por la ventana pero la luz del sol me quemó las pupilas cual ojos de vampiro. Salí por el pasillo sin importar lo frío del piso, sentirlo me aterrizaba, mis pies congelados era un anzuelo que me evitaba volar hacia la demencia. Tomé un vaso entero con agua pero la sensación de ahogamiento no se iba, mastiqué hielo y el sonido del choque de mis dientes con ellos no disminuía la ansiedad. Me senté en la sala para pensar qué me tenía mal, qué había cambiado mi percepción. Repira. Tranquila. Nada malo ocurre. Cuanto me di cuenta, la desagradable onicofagia había terminado con mis uñas. Un arrebato de angustia se desbordó irrevocablemente. Me dirigí de nuevo a la cocina y tomé la manzana más roja, brillante y perfumada del frutero, sin embargo una mordida me bastó para sentirme nauseabunda, era como darle una mordida al corazón de un animal recién muerto, un corazón fresco, lleno de sangre pero inservible, amargo, fibroso. ¿Estaré alucinando? Escupí y me retiré a mi cuarto donde encontré un libro pendiente, traté de concentrarme sin lograrlo, no avancé del segundo renglón las letras se fundían en mi cerebro sin lucubrar. La agonía me tenía presa, una incertidumbre insufrible me calaba, acongojada. ¿Qué me faltaba? Había perdido el sentido, la esperanza, la cordura, el respeto. Las lagrimas comenzaban a atiborrarse en mis ojos pero aun no se derramaban. ¿Qué tengo? o peor aun ¿Qué no tengo? Mis entrañas se revolcaban con cada pregunta que se asomaba entre la sombras de la confusión y mis demonios. Quizás, quizás había perdido un hijo que no recordaba. Brinqué frente al espejo, me quité la blusa miré mi cuerpo, seguía igual, no tenía cicatriz de una cesárea, mi vientre se veía casi plano, las costillas se marcaba ligeramente, mis pechos se encontraban a la misma altura y mis clavículas se dibujaban simétricamente. No había rastro de un hijo posible, lo que había extraviado no era un niño. No por eso me sentí mejor. La desesperación aumentaba cada segundo y los latidos de mi corazón me aterraban. ¿Y si nunca lo volvía a encontrar? Era imposible llenar ese hueco si no sabía qué era lo buscaba. Me sentía incompleta, manca, coja pero del alma. Me tiré en al alfombra, cerré los ojos y dejé que el llanto fluyera esperando que el techo se me cayera encima y mi muerte y entierro fueran un mismo instante. No sé cuánto tiempo transcurrió, cuando me di cuenta que en una casa cercana a la mía alguien escuchaba una melodía conocida para mis oídos, poco a poco cada uno de mis cinco sentidos despertó con una ola de recuerdos y sentimientos. Empecé a susurrar la letra de la canción y al mismo tiempo evocaba sabores y olores de algún cuerpo con el que estuve mientras esa misma tonada se grababa en mi memoria. Me incorporé, me miré de nuevo al espejo, había visto mi cuerpo, pero olvidé ver mi cara, ahí estaban mis labios pronunciados, mi nariz fina, mis ojos enormes, mis cejas marcadas en equilibrio con mi amplia frente y cabello abundante, alborotado. Entonces empecé a reír y a bailar como me gusta, sensual y risueña, enredando aun más mi melena con aroma a cigarro de una noche de fiesta. Por fin lo recordé, supe en ese preciso instante la razón que me mantiene viva como mujer, no como animal. La felicidad que yo misma me provoco y el placer que me embriaga, además de la música y mi presencia, reconocí lo que me hacía falta y en un momento de goce y éxtasis acompañado de una canción maravillosa me decidí. Me puse a escribir y el mundo se completó de nuevo.


"Girl ya gotta love your man, 
take him by the hand, 
make him understand, 
the world on you depends, 
our life will never end. 
Gotta love your man, yeah
Riders on the storm..."


jueves, 13 de junio de 2013

1917

Nunca había notado lo pequeña que te has vuelto. Lamento tanto haber dejado pasar tantos años sin pararme junto a ti para una foto, no tenía idea de cómo nos veíamos juntas y lo mucho que cambiamos. Me cuidaste y al paso de los años te fui ignorando. Hasta hoy noté tus piernas huesudas inservibles y las comparé con las mías llenas de carne y me di cuenta cómo los años succionan la vida. Te felicité en cada uno de tus cumpleaños sin contarlos; te serví desayuno, comida y cena, te dije provecho sin siquiera pensarlo. Te vi comer y te regañé más de una vez por las mismas razones por las que tú me regañabas cuando tenía tres años. Te he oído reír y llorar todo los días, a veces ya no distingo una de otra porque solo eres ruido. Te he escuchado cantar, en ese momento sí te pongo atención porque me gusta cómo lo haces. Dudo mucho que seas feliz, vives en la misma casa que yo, por eso lo dudo. Más no tengo idea si en algún momento lucido te sientes agradecida o acompañada. Te amo, no sé en qué momento lo olvidé o dejé de sentirlo con intensidad. Dueles, a veces insufriblemente, pero eso no cambia el sentimiento de amor y gratitud que te tengo por haberme dedicado tiempo, tal vez tus últimos años de cordura me los diste. Te amo porque por ti existo y además tengo una familia: Gente amorosa, que a pesar de nuestras mañas, manías y maneras, es gente buena. No sé cuánto tiempo seguiremos juntas, pero así será: Juntas. Porque entiendo lo que es no ser escuchada o consentida, porque a veces lo demás interpretan mal las intenciones y se empiezan discusiones. No sé si sabes lo que pasa al rededor o si estás en un limbo pero tendrás compañía el resto de tus días. Porque te quiero y te perdono por no ser la abuela de un cuento.


sábado, 4 de mayo de 2013

Una mosca en el metro

Me gustaría que te llamaras Pablo. Me gusta ese nombre desde que era niña, incluso en los concursos de ángeles de la guardia en la primaria; maldita primaria, nos hacían dibujar o hacer una maqueta de nuestro ángel de la guarda y yo siempre nombré al mío "Pablo"; crecí y cuando aun creía en la posibilidad de tener hijos, pensaba que uno de ellos se llamaría así.
Te vi, todo vestido de gris: gorra, sudadera, jeans y tenis, todo pardo, sin embargo entre tantos colores que transitaban en el vagón, eras el más llamativo. Me quedabas de perfil; el perfil más varonil y bello que he visto en mucho tiempo. Con cejas gruesas pero no pobladas, con ojos casi grandes y una nariz parecida a la mía pero una versión masculina, más grande, más tosca, con un tabique finamente marcado y una punta no respingada, ni chata, un poco redonda. De la boca ni hablar, hermosos labios definidos, no gruesos pero sí pronunciados y todo acababa en una barbilla divinamente triangular. De tu piel morena lista y tersa solo resaltaba un lunar a la altura del pómulo a unos escasos centímetros de la oreja cubierta a la mitad por el ya mencionado gorro de donde también colgaba el cable de tus audífonos. Ibas leyendo, no podía ver la portada del libro, pero por la facha me recordó al "Also sprach Zarathustra" que tengo hurtado en mi librero, libro que jamás devolví a la universidad. 
Me gustaste, así de fácil y sencillo. No sé cuántas estaciones de metro recorrimos juntos, pero me hubiera encantado que voltearas a verme más de las escasas cuatro veces que lo hiciste cuando yo no pude quitarte la mirada de encima en todo el recorrido. 
Durante el camino imaginé diversos pretextos para hablarte o que en su defecto tú me hablaras.
No ocurrió, no me atreví. Quizá si no hubiera tomado crema de mezcal, no me hubiera detenido a pensar en la impresión que daría el aliento alcohólico o tal vez no me hubiera atrevido a verte fijo de la manera en la que lo hice. Tal vez si hubiera ido bien peinada y con ropa de moda ajustada, en lugar del chongo y el huipil oaxaqueño que traía me hubiera sentido más atractiva. Chance si hubiera cargado un buen libro como normalmente suelo hacerlo cuando viajo en metro, en lugar del celular sin batería que solo hacía que las manos me sudaran.
Siendo sincera, no busqué pretextos para hablarnos, inventé excusas para pasar desapercibida. Porque en el fondo en ese momento, a pesar de lo mucho que me gustaste, me sentía cómoda al ser ignorada. No por mi atuendo colorido y humilde, ni por mi estado sobrio con aroma a mezcal, sino porque en ese momento la parda en esencia era yo. Y tú, vestido de gris, me pareciste un caleidoscopio de figuras fosforescentes atrayéndome cual insecto ante la luz. Pero ya venía quemada, quemada de una luz pasada que a tragos de alcohol había ido a apagar y curar. 


(Esta entrada empecé a escribirla en noviembre del 2012, me tardé media año en terminar) 

domingo, 10 de marzo de 2013

Collage

This is your life and it's ending one minute at a time. Yo tengo que darle vida a los años y no dejar que los años me quiten la vida a mí. Movimiento. SLIDE. CAMBIO CONSTANTE. We are God's unwanted children? So be it!. Contraste. Borrar de mi vida a los infelices, son contagiosos. Toda opresión crea un estado de guerra. Saber que puedes lidiar con la situación y que la situación no va a lidiar contigo. Working jobs we hate so we can buy shit we don't need. Gente que valga la alegría, no la pena. Ave María Purísima: Me acuso de ser yo por todas partes. La mejor respuesta al "¿Qué somos?" es "Malas personas". IT'S ONLY AFTER WE HAVE LOST EVERYTHING THAT WE ARE FREE TO DO ANYTHING.  Las mujeres que duermen con cerdos, poco a poco se vuelven cerdas. Cicatrización queloide. El ego es inútil si no contiene a un dios interior. Musa de Manicomio. Solo el lector hace posible la existencia del escritor. Colibrí. Mi estrategia es que un día cualquiera, no sé cómo ni con qué pretexto, por fin me necesites. Una mujer segura es la inseguridad de un hombre. Yo quería ser lo peor, pero por gusto. Cortarle la cabeza al verdugo. Near-life experience. Barata como vino en tetra-pack. Vete y actúa como si dios no existiera pero cuando las cosas te salgan mal no regreses para reprochárselo. Puta infecta. Musa violada, ultrajada por las manos, ojos y lenguas de quienes te toquetearon, te hablaron y te leyeron sin respeto. We have no Great War. No Great Depression. Our Great War's a spiritual war... our Great Depression is our lives. We've all been raised on television to believe that one day we'd all be millionaires, and movie gods, and rock stars. But we won't. Eres un ángel con un dildo y LSD en la boca. Diálogo. Where is my mind. Estoy en un mundo de locos con vidas y no de bultos andantes. Pesadillas. You have to consider the possibility that God does not like you. He never wanted you. In all probability, he hates you. Ojos de vaca. SIDA. La escritura como vicio. Rebeldía sabia. Todo lo que insistes en ignorar de ti mismo, tarde o temprano te hará la vida imposible. I'm not in love, so don't forget it. It's just a silly phase I'm going through. A esta edad tengo ganas de que me pasen cosas. Gracias a la vida que me ha dado tanto. Más vale una infidelidad sincera que una fidelidad fingida. Self-improvement is masturbation. Now self-destruction is the answer. Cualquier simio con la tecnología correcta sabe hacer monerías. Sabor a mí. Sólo entonces seré tan infeliz como lo deseo.

martes, 5 de marzo de 2013

Perdón

Me pido perdón.

Me pido perdón por confiar, por haber creído que todo estaría bien cuando empezó mal. Me suplico entre noches de angustias que me perdone, que no me castigue con indiferencia cuando más me necesito. Me ruego por compasión y me resisto al abandono. Me niego al exilio de mi felicidad y pido dejarme ser compañía en mis logros y metas. Me ofrezco para ser la fotógrafa de mi éxito y enmarcar en memorias los momentos que valen la pena. Sacrifico todo por mi yo y permito blasfemar contra cualquiera. Me ofrezco mis más sinceras disculpas para retomar fuerza y erguir la cabeza como reina. Me imploro absolución al haber permitido que me hirieran cuando estaba consiente de que así sería y me insisto en remitir cualquier daño ocasionado por la estúpida compasión que me dejó en ceguera, poniédome vulnerable ante cualquiera. Pido clemencia por involucrarme con miserables y pido cura para el dolor que dejé me invadiera por la estupidez de confiarles mi yo como tesoro. Me perdono porque estoy de nuevo en mis cabales y porque soy, sin duda, lo que más valoro.