martes, 19 de mayo de 2009

Conjugación de vida


La vida se puede sumar, restar y conjugar de mil formas:

La vida se me acaba.
Cada vez necesito más aumento en los lentes,
Cada vez pierdo más flexibilidad,
Cada vez me veo más grande,
Cada vez digo menos la verdad.

La vida se te acaba.
Cada vez engordas más,
Cada vez más te quejas sin parar,
Cada vez me olvidas más,
Cada vez me has de extrañar menos.

La vida se nos acaba.
Cada vez me amas menos,
Cada vez menos nos adoramos,
Cada vez te deseo menos,
Cada vez nos distanciamos más.

La vida se les acaba.
Cada vez hay menos niños,
Cada vez existen menos animales,
Cada vez llueve menos,
Cada vez el mundo se seca más
.

martes, 5 de mayo de 2009

Mi amiga Soledad

Soledad es la amiga que nunca te deja. Es con quien naces acompañado y con quien has de morir. Soledad está siempre contigo, es quien te cuida todas las noches, se acuesta a tu lado, se levanta cada mañana y despierta contigo cuando has tenido una pesadilla. Soledad es única, soledad está con cada uno de nosotros. No puedes con ella, tampoco sin ella. La soledad es fuerte, tu soledad es débil.

Te sumerge en un sueño, tenías 4 años mides poco más de medio metro, caminabas en una plaza, la gente te rodeaba, tu madre te guiaba, el ruido de las voces, la luz, el ambiente. Lo ves todo normal, un rato después algo cambia... la temperatura baja, el sonido va disminuyendo y las luces se apagan, quien te sostenía la mano también desaparece. Por un momento tienes la sensación de estar flotando.
La luces regresan lento y muy tenues, el sonido del lugar es sordo, volteas a ver y el único ser humano que se encuentra ahí es el que esta reflejado en el espejo de un aparador.
Caminas un poco para revisar, el eco de tus pasos es exagerado, en ese momento es cuando más la sientes cerca y te percatas de su existencia, soledad está en todas partes, se puede respirar, sientes cada vez más fuerte su presencia, sigues buscándola, las escaleras eléctricas siguen en servicio, te sientes angustiado, algo viene subiendo, un ser... ahogas un grito, intentas hacerte para atrás pero el terror paraliza tus piernas.

Soledad se presenta físicamente sobre las escaleras, parada sobre dos pesuñas, un cuerpo galgo, blanco, sucio, orejas enormes, cuernos pronunciados, ojos desorbitados llenos de derrames, recargada en el barandal, con postura, impresiona ver como mantiene el equilibrio, avanza unos pasos y se detiene justo frente a ti. Una cabra te mira fijamente y en un intento de sonreírte se dibuja en su cara una mueca, en donde se ve un animal totalmente deforme. ¡Es soledad! Se inclina, te carga y tú estas pudriéndote de miedo, llevas varios segundos sin respirar.

De repente estás en tu cama, bañado en sudor helado, temblando, sin fuerzas suficientes para gritar... Ahí estas de nuevo, en tu cuarto y Soledad sigue presente… viéndote… aunque la mayor parte del tiempo la ignores, Soledad está siempre contigo, acompañándote... pero tú, malagradecido ¿estás con ella?

domingo, 3 de mayo de 2009

Female Violence




Sí, la violencia no lleva a nada pero se siente bien después de haber ganado la pelea. Es que me refiero solo al encuentro personal, pues hay de violencia a violencia y no apoyo las guerras donde sufren masas que no tienen nada que ver con el conflicto real. Me refiero al coraje encarnado, a la rabia insaciable que se genera a partir de un enojo con un Fulano.


Esa rabia que no te deja respirar bien, que necesitas bocanadas enormes de aire que no sirven de nada sino para alimentarla más y buscar una manera de hacer el mayor daño posible. Un ardor, ese calor intenso que empieza en la boca del estomago y se extiende hacia todo el cuerpo y se concentra más en ciertas partes, como en la garganta, los puños bien apretados y la frente. Es un poder, una fuerza, un impulso tan fuerte imposible de controlar… Un coraje que irradia en ese momento en cada poro de la piel, la sangre que corre en cada vena y lleva esas ganas de destruir a ese alguien. Cambia completamente en expresión en cara, una furia que apenas logra expresarse una milésima parte con gritos y gestos que solo agravan la situación.


Los gritos que desgarran las cuerdas vocales solo sirve para dos cosas, talvez logres intimidar al rival o puede ser que le des más razones para querer golpearte. Como sea el punto es sacar todo ese poder de manera violenta, los miedos se quedan a un lado, las frustraciones son un motor, tu meta hacer sentir mierda a tu opositor, no importa si él te hará sentir peor después, el caso es que él no se irá limpio. La satisfacción de darle aunque sea un buen golpe, tan sólo uno que valga la pena para descargar todo ese odio que, aunque no odies a la persona, en ese momento el objetivo es deshacerlo, defenderte, defender lo que eres, lo que piensas, sea justo o no, sea racional o sea puro capricho, más que todo eso junto, es una pasión que te vuelve en un ser misántropo que en sus casos más extremos te llevaría a lastimar y también humillar, no importa cómo… lo merece.


¿A caso existe algo más real? Una experiencia más vital, la violencia nace de las entrañas, nace de lo más profundo del subconsciente, no está en la mente, es algo que se manifiesta a través de todo el cuerpo. Las neuronas se funden y el instinto se enriquece. No es abrirle la boca a alguien, es romperle el hocico a un animal. Soy mujer y he sentido esa necesidad de violencia, esa necesidad que ingenuamente los machos quieren creer que es propia de todo varón, podré no tener la fuerza equitativa para reventar a un hombre… pero basta tener una botella al alcance para hacer su cabeza una grotesca fuente de sangre que salpique mi blusa favorita, dándome la satisfacción de que él nunca me borrará de su memoria.