lunes, 23 de febrero de 2015

Hotel Garage en Circuito interior

Se nos acababa la noche y en lugar de seguir la fiesta decidimos calentar las sábanas de algún motel. Te pedi que pusieras una canción de las que tanto me ponen y le subiste todo el volumen. No era el sabor a alcohol de tus besos, ni el aroma de tu piel sin bañar o el humo de cigarro impregnado en tu cabello. Era la luz roja de la letra "O" del letrero que quedaba justo arriba de nuestra habitación y que se colaba por las cortinas blancas que se hacían transparentes. Todo el cuarto rojo y a mí ya me andaba por arrancarte la ropa. Antes me asomé por la ventana y justo enfrente quedaba un puente por el que pasaban carros, fue entonces cuando sentí tus dos manos en mi cadera. Aguanté las enfermas ganas por comerme a besos tu cara y cuello y dejé que besaras suavemente mi nuca mientras tus manos se aferraban más a mí casi hasta lastimarme, era una muestra de cariño y de coraje, justo como me sentía por ti. Nos aventamos a la cama torpe y desesperadamente. La diferencia entre la fuerza de tu cuerpo y la mía era demasiada, casi perdiendo la cordura hicimos todo lo que instinto dictaba. No había vergüenza, ni reglas. Te rasguñé todo lo que pude, te mordí todo lo que quise. Los tatuajes no eran más que una invitación a hacernos más. Dormimos de ratos más de una vez para despertar y volvernos locos de nuevo hasta que amaneció. Cansados, desvelados y satisfechos nos levantamos. Me puse la blusa  y me fui al baño, me lavaba la cara en el lavabo cuando llegaste a tomarme de nuevo por la cadera, no fue un "buenos días" fue un "eres muy sexy". Nos lavamos uno al otro. Me acabé lo último que quedaba de la cuba cargadísima que dejé en el buró y me vestí.

Fuimos a un restaurante, pedimos diferentes cosas para desayunar. Platicábamos mientras tomábamos café. Finalmente sacaste otra vez el tema: vamos a vivir juntos, lejos de aquí. Hostigada bajé la taza y te hice una cara de desagrado, "ya te dije que no". Días después escribí que no te quería volver a ver y que sería mejor si también dejábamos de hablar. Te aparte de mi vida durante unas semanas sin saber que tenía el mejor pretexto del mundo para volverte a buscar: un embarazo no deseado.



Rompetodo

¿Rompecorazones? Eso es cosa de niños, como probar el cigarro a escondidas. Completamente falto de imaginación y relevancia. ¿Qué tiene de trascendente atraer personas como moscas si con la misma facilidad puedes quitártelas de encima? Enamorar a alguien es lo de menos, es lo de todos, es lo de cualquiera. Yo no rompo corazones, ni me interesa. No me gusta el cigarro, es aburrido, es un desperdicio y un vicio al que todo el mundo tiene acceso y lo aceptan con gracia, en cambio a mí me gusta la desgracia, lo feo, lo inaceptable. Yo no soy "rompecorazones", soy "rompetodo". No quiero que me quieran, quiero que me sufran. A mí el cariño y la ternura no me van, quiero que me codicien, que se muera por mí y a partir de mí. Conmigo y sin mí. Que me tengan coraje y que pronuncien mi nombre aprentando los dientes y marcando la mandíbula, solo así yo puedo sonreír. Que su odio alimente mi demonio y menos ganas tenga de dejarlos ir. Soy "rompe-voluntad", "rompe-dignidad", "rompe-razón", "rompe-hocicos", "rompe-espíritus", "rompe-madres". No es amor, ni cariño, es la maldición de apasionarse y no poder alejarse de mí, porque sin mí, sin mí regresarán a sus relaciones austeras, a sus vidas sin penas, a sus corazones fríos, aburridos y partidos.