domingo, 29 de abril de 2012

Y nacieron todas las flores

Un fin de semana con harto contenido de todo tipo: superhéroes, casinos, punks, golosinas, risas, moretones, llanto y polvo, mucho polvo. A una pobre hora de cumplir 23 años, las escenas que viví las últimas 72 horas quedarán grabadas en mi memoria para siempre. Un tercio realidad, un tercio ficticio, un tercio de sueños. Si te contara ¿Adivinarías qué cosa fue real, qué imaginé y qué soñé? Ni yo estoy segura qué sucedió. Una parte de mí madura, otra se entristece y asusta, una más se deshumaniza.
Por primera vez entré a un casino, con su música de boda en vivo, solteros y divorciadas ensimismados yacen en las maquinas, jugando sus vidas en ellas. Me levanto, me dirijo al baño y observo, definitivamente soy la más joven del lugar. Atravieso un pasillo largo, alfombrado; por un momento me perece aterradoramente tranquilo y silencioso, avanzo rápido porque me entra un miedito infantil, solo veo a través de los cristales figuras y  luces parpadeando. Y luego me miro en el espejo, veo que tengo 42 años y ya tiré la toalla, embriagada apuesto mi pobreza y me voy con el mejor postor. Mis piernas maduras no se ven tan mal en minifalda. Parpadeo.
Estoy empalagada, la gente se ríe y no había notado que la butaca era incomoda hasta que me lo mencionó. La película está increíble, mi corazón se acelera de ver a Hulk, Iron Man, Thor y Capitán América en el mismo cuadro, me emociono, me pongo nerviosa; vuelvo a tener 6 años de edad, estoy chimuela y aprieto la mano de mi padre, termina la función, me desplomo y resoplo, qué lastima. Camino de la mano con mi papá hasta la entrada de la plaza, hace aire, me pone la capucha, me carga y antes de llegar al carro, mientras cruzamos el estacionamiento me quedo dormida. Es bueno tener un papá joven.
Qué calor más insoportable, lo único que quiero es una cerveza, apresuro el paso para no quemarme. Entro y un borracho pambolero me ve, me manda un beso y al pasar dice "Qué chulada", una mujer unos 25 años mayor que él le da un zape. Tomamos la mesa más lejana al borracho y la más cercana a la barra. Una cerveza familiar helada y comida infinita por 60 pesos ¡amo ese lugar! Risas, conversaciones, secretos. Me voy de mi amado "Abundio", pero regresaré más tarde. Playeras: 2x150. "¿Tienes de Pantera? - Nel" Me resigno con una de Megadeth y una de Motorhead. Pantalones hindúes de rebaja, perfecto. Soy feliz, bebamos un poco más, "Abundio ven a mí".  Un poco de punk en contraste con el reggae. Un cuartucho en un segundo piso de mi cantina favorita se nubla con humo, a donde mires hay estoperoles y pelos verdes parados. De "pinches fresas" no nos bajan y aun así nos cotorrean. Tragos de cerveza fría, empiezo a ponerme nerviosa, tengo que regresar pronto a mi casa y noto que las cosas se empiezan a salir de control. Voy al baño a refrescarme, me tranquilizo, abro la puerta al lavabo y solo veo polvo, polvo blanco y narices felices. La mujer mayor que me defendió del pambolero me ofrece "¿Un jaloncito mija? - No, gracias".  Chismes, risas y todo acaba en llanto y abrazos. La desconocida se vuelve en una madre para nosotras, nos abraza, nos bendice, al mismo tiempo no deja de inhalar, nos llora y nos reza, nos quiere contratar: ficheras... $1700 a la semana como base, más lo que saque de propina. Lo único que hago es pensar "Ya cállate Fabiola, neta ya cállate". El teléfono suena, gracias, pude huir de ahí.
Ya sabía que un día iba pasar, pero definitivamente no lo vi venir así. Moretones y mordidas, patadas y cuanto pude hacer. No soy fuerte, definitivamente no lo soy, pero soy valiente. Hay polvo, esta vez no es blanco, se levanta de la tierra. No volveré a ver los juegos infantiles de la manera sana en la que los veía antes de esa noche. Después de derramar lagrimas, saliva y sangre sobre ellos no me queda nada más que levantarme, sacudirme y subirme de nuevo, reírme de mis arranques violentos y creer en el perdón. Nada como llorar a la luz del faro una media noche en el tunel de los juegos del Polvorín.
Tecleando abrumada por el calor y la luz del monitor, escribiendo realidades nubladas o sueños nítidos, no sé. Se interrumpe la diarrea mental por el sonido de un trío, que se acerca a mí, "Estas son las mañanitas que cantaba el Rey David, hoy por ser..." Y entonces me empapo de desconcierto y al mismo tiempo me cae el veinte de que son las 12:00 am en punto, un arreglo floral gigante entra por la puerta. Abrazos, nervios y amores. Tres hombres que me aman, me rodean. Huele a rosas, hoy nacieron todas las flores y cantaron los ruiseñores. Ya tengo 23, veintitrés años de errores acertados y de aciertos equivocados, tengo ángel, tengo chispa. Tengo ese "algo" que se necesita para lograr lo que se me dé la gana. Y le sonrío al miedo, le guiño un ojo y me dedico a seducirlo. Porque tengo 23 y a esta edad tengo ganas de que me pasen cosas, muchas más cosas... Un cumpleaños con sabor a mí.

Feliz día del niño, Alejandra.


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