viernes, 14 de julio de 2017

466 km

La mejor manera de ver cuánto nos cambia la vida es teniendo contacto con el pasado. Con esos seres fantasmales que enterramos para hacer su existencia ajena a nosotros pero que se aferran de vez en cuando a hacernos sentir su presencia de alguna manera; en este caso fueron llamadas y mensajes, montones de ellos y cartas. Extensas cartas de "te amo"s y "perdóname"s. Carajo, casi un año después estoy a 466 kilómetros lejos del cementerio de recuerdos que necesariamente dejé y aún así me visitan en estos días. Allá en una ciudad llena de toxicidad ambiental y emocional, donde me críe y que jamás pensé que fuera a dejar, ahí es donde yacen los restos de una vida pasada llena de amargura y miseria, o de menos eso quiero pensar, que allá se quedó eso pero me pregunto ¿y si la pesadumbre viven en mí? Quizás sólo me estoy disfrazando de mujer feliz, bondadosa y alegre porque en mis más profundos pensamientos todavía viven la melancolía y frustración de esos fantasmas que quizás no son "él" o "ellos" y más bien son "yo". No sé pero ¿qué importa? Niña, relájate. Al cabo hoy mi realidad es otra, la que por primera vez construí yo y no otros. Y no tengo recursos para avanzar que me alcancen más de un día a la vez, entonces fluye. Respira y ríe porque estás acá y no allá, estás bien y libre, porque el hogar no es un techo, ni paredes. Hogar es a donde pertenece tu alma y donde se siente descansada y plena. Hogar, hoy, es Oaxaca.

1 comentario:

  1. Hola! Quisiera invitarlos/las a pasar por mi blog. Soy nueva en esto. Las críticas constructivas siempre son bienvenidas. Gracias!

    ResponderEliminar