viernes, 10 de septiembre de 2010

Hazme

Dame coraje. Después de tantas arritmias en la vida, de un explotón he de quedar hecha polvo. No te pido amor, ni cura. Dame ganas. O-blí-ga-me. Átame y desnúdame si es necesario. Masacre a mis 500 almas de hielo, tímpanos gigantes que me pesan. Libérame con tu maldad, sedúceme y hazme. Cuélate en mi cerebro y taládralo como gusano cavando salidas. Haz que te obedezca de una vez . Tíñeme con tus palabras y tu sangre. Báñame de tus aguas densas. Esposa mis manos y tira de mí desde un carruaje. Arrastra este templo efímero, que se hace llamar mujer y termínalo, que al cabo ya hueco estará para entonces. Poséeme sin dudas ajenas, corrómpeme sin penas. Tortúrame hasta que confiese y castígame hasta que suplique. Disfrútame, drena de mí el pecado, saca esa mancha con la que nací, mata el pecado que vengo cargando y que te vuelve loco. Deshazme, verás que tu serenidad regresa a ti. Bésame y succiona el veneno hasta desangrarme. Grita-me. Exhala el último aliento que me arrebataste. Rompe mis pies y manos que son muchos menores en proporción a los tuyos; vomita el placer que te causó el rose con ellos. Dispara directo a mi orgullo y deja viuda mi soberbia. Déjame cicatrizar toda queloide y la deformidad florece; más mi virtud de atractivo jamás perece.

No hay comentarios:

Publicar un comentario