martes, 22 de diciembre de 2009

Cuento de Navidad 0.2

Segunda Parte
El colmo fue en la posada de la iglesia, todos acudieron, mis papis nos llevaron bien abrigados. Yo de rojo y Pablito de café, cantamos y cenamos ponche, jugamos con luces de bengala ¡aah cómo me gustan las luces de bengala! Tío Agustín dice que no hay que pegarlas mucho a la cara porque nos chamuscan las greñas.

Jugábamos en la cancha, Luisa es una niña que nunca me ha querido, en la escuela me hace maldades pero se lleva bien con Pablito, andábamos corriendo cuando Luisa me pegó un chicle en el cabello, me lo intenté quitar pero se me pegó más, entonces me puse a chillar y Pablito me llevó atrás de la iglesia. No sé de donde sacaría las tijeras pero se puso a cortarme el cabello enredado en el chicle para que no acusara a Luisa.

Luego de eso, fui con mi mami y se puso a gritar, llamó a papá y cuando me vio se soltó a reir, todos me vieron, se burlaron, hasta decían lo fea que me veía, “¡Ah qué Pablito! ¡Condenado travieso! ¿Cómo fuiste a desgraciar a tu hermana así?”. Varios sacudieron la cabeza de Pablito y él nada más sonreía. Pablito, abusivo.
Mami me llevo a casa, me dejó llorando sola. Entonces pensé y pensé, y a una sola cosa llegué: para que mis papás me quieran y ya nadie me hiciera burla, Pablito tenía que morir.

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