miércoles, 20 de enero de 2010

Frutero

Se hallaba el canasto de frutas atiborrado. Uvas, fresas, moras, mangos y ciruelas. Todas ellas, frescas y tiernas. Con pieles suaves, poco a poco comenzando a caramelizarse, resbalando unas sobre otras. Fundiendo sus olores dulces, haciendo un solo aroma intenso, meloso. Uvas y fresas sobre moras; ciruelas y mangos recostados, haciéndose de colores fuertes, mangos, amarillo brillante; ciruelas, como la sangre. Compartiendo un mismo espacio. Madurando, haciéndose de una deliciosa existencia. Concentrándose, llenándose intensamente de sabor. Unas contra otras, fundiéndose en el canasto, pasando juntas un rato de su rica existencia, donde ya nada tienen que perder, exprimen su pudor. Fresas se restregan, raspando a las uvas que escurren sobre las moras. Cursa la tarde y el sol queda en la ventana donde se encuentran; calor, luz, se evaporan, se derriten, sudan su dulce. Hipnotizante es aquel frutero, ya para en la noche se ha ido quedando hueco. Sus visitantes han sido arrebatados, dando éxtasis a paladares que desconocen el génesis del enfático sabor. Mañana será otro día y diferentes frutas llenarán el dichoso nido, frutero de orgías.

1 comentario: