Estaba rechinando los dientes, la quijada se le trababa de vez en cuando. Dolor intenso.
¿Qué podía hacer? Temblaba, sudaba frío. Se sentó en la sala y decidió esperar a ver si se pasaba. Una hora, las cosas seguían igual. Fue al bañó, se inclinó, llevo su dedo a la boca y lo introdujo hasta la garganta, se arqueó pero no salió nada. Ojos llorosos. Se sentó sobre el lavabo. Sentía calambres dentro del encéfalo; como si fueran agujas las que atravesaran el cráneo y la torturaban.
Se tiró al suelo y arrastró por el pasillo, su pijama se atoró en un tornillo mal puesto de la alfombra, tiró con energía y la tela se desgarró. Siguió hasta llegar a los escalones, intentó subir pero no tenía fuerza suficiente. Comenzó a retorcerse, unos cuantos dientes se tambaleaban de tanta fricción ya. Tenía las uñas largas, se rasguñaba cara, nuca y cuello.

Se puso de pie en un último acto de desesperación, logró enfocar un muro, corrió y su agonía concluyó cuando, en el impacto de su cabeza, se rompió el cuello.
FIN
Rápido y brutal. Me gustó.
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